16 de Diciembre 2011

9 meses

La ansiedad se parece a un infarto: disminuye de golpe la afluencia de oxígeno al corazón.
Hay un gato muerto, boqueando en el suelo de la terraza, que se levanta para que lo acaricie. Se acerca a la puerta de cristal y maúlla, pero no puedo oírlo. Hay demasiado ruido dentro o demasiado viento fuera. Y sé que no he cumplido mis promesas, y que deberían ser tres los que reclamasen ante mi ventana, pero sólo hay un gato naranja maullando en la terraza, boqueando en el vacío, purgando mis pecados.

Escrito por La Oruga a las 16 de Diciembre 2011 a las 03:51 PM
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