Ser un vórtice no es fácil.
Tiene sus inconvenientes, como la vanidad.
Un vórtice camina con la mente limpia tendiendo hilos, conectándoles, tejiendo posibilidades... y sigue su camino sin volver la vista atrás.
Yo no soy un verdadero vórtice: sufro aparatosamente.
Los hilos siguen sus propios caminos, crean redes, replican posibilidades... y me ningunean.
Claro que esto es desde mi punto de vista.
Desde el punto de vista de los hilos, soy un vórtice que camina con la mente limpia tendiendo hilos, conectándoles, tejiendo posibilidades... y mirándoles por encima del hombro al pasar.