Te amé desoladamente.
De aquella forma dulce y torturada, en la que aman las vírgenes.
Esa clase de amor, que sólo matando tiene sentido...
Reclinarse junto a la ventana con un buen libro y aspirar la brisa del anochecer, quién podría desear nada más...
Sólo un corazón vacío.
Never more.
Las cartas tenían razón: las piezas del puzzle empiezan a encajar, el camino del té se torna más nítido ante mis ojos. Y ese pálpito que despertó anoche y corre ahora por mis venas. El corazón exigiendo su parte, el té, el corazón, el camino, alicia... pura espiral hacia lo desconocido: libros y más libros en mitad del torbellino, tazas, mermeladas, teteras, cupcakes, una oruga azul, flores, y más libros aún. Todo gira a mi alrededor esperando su momento. Veo el suelo ahí abajo, una vela iluminando un agujero negro donde nada cae, nada sueña, todo está, todo es. Ser, al fin, un lugar. Y desciendo, una vez más, por la madriguera...