Si pienso en mis vínculos con los demás, mantengo las distancias. No hay un pequeño círculo con el que interactuar en el día a día, alguien a quien me apetezca llamar para simplemente charlar un rato. ¿Cómo perciben los demás mi existencia? En general, todos mantienen, a su vez, las distancias. Si lo pienso bien, tal vez yo sea más un lugar que una persona. Una calle por la que la gente pasa de vez en cuando, una terraza donde compartir alguna madrugada.
Pero yo no quería escribir nada de esto.
Él dijo ayer que soy un alma torturada, y he pasado una mala noche. Me pesa todo el cuerpo, tengo ganas de llorar y siento pánico.
Yo quería empezar diciendo: la zona de confort de mi cerebro es estrecha y frágil.
Y, a partir de ahí, elaborar un post ingenioso y brillante sobre la condición humana. Decir de forma indirecta y elegante que me gustaría ser alegre, tener amigos, encanjar en algún lado... y no vivir en esta angustia inútil, en esta insoportable levedad del ser. Pero no, realmente soy un alma torturada que no sabe disfrutar del simple hecho de existir, que deja pasar los días como minutos desperdiciados, envejeciendo y lamentándose de su triste fragilidad.