Hay desprecios que, por su sutileza, duelen más.
Son como una especie de racismo.
Lo percibes a través de gestos que no parecen tener importancia: un comentario, una opinión, un perder el culo para dar bombo a las cosas que hacen otros y no las tuyas.
[y aquí venía una disertación tipo oruga deprimente sobre la vanidad, los desagradecidos, las mujeres machistas, lo guay que soy yo y lo gilipollas que son los demás... pero creo que tal vez todo se resuelva si aprendo de una puta vez a observar y mantener la boquita cerrada, ya sabes, eso de "solo el silencio es grande" bla bla bla, que mucho predicar pero poco con el ejemplo, nena]